El rol de la ganadería en el área rural de Puno

Ing. René Paredes Mamani (1), Fortunato Escobar Mamani (2)
(1) Facultad de Ingeniería Económica de la Universidad Nacional del Altiplano
(2) Centro de Estudios de Agricultura Alternativa CREAA “La Chira” – Universidad Nacional del Altiplano

El estudio tuvo como objetivo medir la incidencia del stock del activo ganado sobre la reducción de la pobreza en el periodo 2004-2020. Los resultados en primer lugar utilizando la metodología de pseudo-panel muestran que existe trampas de pobreza de tipo II a nivel de la región, del área rural y del sector pecuario de Puno. En segundo lugar, no se evidenció la incidencia del stock de activo ganadero sobre la reducción de la pobreza en el periodo 2004-2015. En tercer lugar, los resultados sugieren que la pobreza monetaria, pobreza crónica y la pobreza reciente dependen significativamente del número de miembros del hogar, el número de perceptores de ingreso en el hogar, el idioma materno aymara y quechua, la tenencia de electricidad, el nivel de educación de los jefes de hogar, la carencia en la vivienda de
servicios higiénicos, el número de hectáreas de tierra y el número de parcelas. El efecto de estos factores es mayor sobre la pobreza crónica con respecto a la pobreza reciente.

Según las estadísticas del INEI (2015), Puno es la quinta región más poblado del Perú, se localizada en el altiplano peruano entre 3,800 y 4,500 metros de altitud sobre (1) Facultad de Ingeniería Económica de la Universidad Nacional
del Altiplano – Puno Perú (2) Centro Regional de Estudios de Agricultura Alternativa CREAA “La Chira” de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno Perú. El nivel del mar, abarca una superficie total de 7’238,244 hectáreas (incluido el 6.9% de la superficie de Lago Titicaca, lado peruano) que representa el 5.63% de la superficie del país. Posee las siguientes
zonas agroecológicas: Circunalcustre, Suni-Altiplano A, Suni Altiplano B, Puna seca, Puna semi húmeda y la Cordillera o
Janka (Tapia, 2007). La característica de ser plano en relación a otras regiones alto andinas, hace propicio el desarrollo de la actividad agrícola y pecuaria. Sin embargo, las regiones alto andinas como Puno han estado sujetos a exclusión socioeconómica y marginalización desde la llegada de los españoles conquistadores al Perú, el desarrollo económico se ha concentrado en la zona costera baja, como consecuencia, la pobreza se concentró en las zonas rurales de la sierra y el altiplano (Fairfield, 2006).

La región Puno es considerada como la primera productora de ganado dentro de los departamentos de las zonas alto andinas del Perú, aún mantiene niveles de pobreza monetaria superior al promedio nacional, en el año 2015, la pobreza de la región de Puno fue de 34.64%, en el área rural fue de 46%, y de la población rural del sector pecuario fue de 50.85%. Según Monge y Grey (2017), la reducción de la pobreza en el Perú, es atribuida al crecimiento económico en un 65% y a las políticas sociales de distribución del ingreso en un 35%. En este sentido, habría un espacio para las políticas sociales con el propósito de generar estrategias para reducir el núcleo de pobreza concentrada en las zonas rurales dispersas.

Según Chaloux (2017), una posible explicación del estancamiento económico entre los países pobres es la posibilidad de
trampas de pobreza, entendido como un conjunto de mecanismos por los cuales los países comienzan pobres y siguen siendo pobres: la pobreza engendra pobreza, para que la pobreza actual sea en sí misma una
causa directa de la pobreza en el futuro.

Según el autor, la trampa de la pobreza podría estar asociado al desempeño macroeconómico, a los efectos negativos
de la guerra, la enfermedad y el conflicto civil, los cuales se combinarían con bajas tasas de ahorro, infraestructura deficiente y mínima inversión extranjera. En esta línea, a nivel nacional e internacional, varios autores evidencian que la trampa de la pobreza estaría también relacionada “a la vulnerabilidad y de falta de oportunidades que tienen una expresión territorial bien definida”. Estas trampas institucionales –en gran medida determinadas por factores sociales y políticos– tanto de naturaleza transversal como específica a los territorios, se manifiestan en la existencia de localidades con indicadores de bienestar permanentemente rezagados frente al resto del país” (Bebbington , Escobal y Soloaga, 2016, p.14) y las condiciones particulares de la población étnica (Pasquier-Doumer y Risso, 2015). Si bien las trampas de pobreza pueden ser utilizadas para explicar las diferencias en el desempeño macroeconómico de los países, se puede aplicar a nivel de los hogares e individuos. Por ejemplo, los habitantes de los barrios de tugurios tienen instalaciones de saneamiento deficientes, lo que puede conducir a debilitar la salud y causar enfermedad. La enfermedad puede causar días libres de trabajo y costosas facturas médicas, que reducen los niveles de ahorro e inversión. Sin ahorrar para
comprar una mejor vivienda, los residentes de barrios marginales no pueden escapar de la pobreza. Y, al carecer de fondos para invertir en la educación de los hijos, la pobreza se convierte en un fenómeno
intergeneracional (Chaloux, 2017).

En la región de Puno, la ganadería es una de las actividades que ha jugado un rol importante en las diversas estrategias de
supervivencia de la población en el área rural. Históricamente, las formas productivas más importantes en el sector rural de la región de Puno, ha estado constituido por haciendas hasta fines de la década del 60. Desde los inicios de la década 70, se han constituido las unidades empresariales del sector reformado (Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS), Cooperativas Agrarias de Producción (CAP) y Empresas Rurales de Propiedad Social (ERPS)) hasta
los mediados de la década del 80 (Castro, 2001).

A partir del año de 1986 se entra un proceso de reestructuración de las empresas asociativas a favor de las comunidades
campesinas. Tanto en el periodo de la Reforma Agraria como en el periodo de reestructuración de las empresas asociativas operan dos unidades productivas (colectivo y familiar) en permanente conflicto sobre el uso de los recursos primarios (tierra y trabajo) y el excedente económico. En lo referente al stock de ganado entre los años de 1970 y 1996 años se descapitalizó, con excepción de alpacas que se mantuvo estancado (Arpi, 1996). La producción pecuaria entre 1970 y 1988 decreció, aunque el valor bruto de la producción real se ha mantenido debido a la mejora en sus precios (Ccama, 1991).

Finalmente, desde el inicio de la década del 90 hasta la actualidad predominan las unidades productivas familiares rurales pequeñas (Castro, 2001) que aún se encuentran en condiciones pobreza. Los países en desarrollo han considerado en la agenda del desarrollo la reducción de la pobreza, logrando reducir en forma considerable pero de manera heterogéneo.

Las intervenciones del sector público y privado, se han centrado en aumentar la producción de carne y leche, en lugar de mitigar directamente la pobreza mediante la producción pecuaria. Para Pica-Ciamarra (2005), las políticas de
aumento de la producción, no benefician necesariamente a los ganaderos pobres, que son un grupo extremadamente heterogéneo y muchos casos extremadamente pobres, ya que muchos de ellos maximizarían una
supervivencia más que una función de producción. En segundo lugar, las políticas macroeconómicas e institucionales
vigentes, las políticas del sector agropecuario no abordan adecuadamente las limitaciones más vinculantes que
afectan a los ganaderos, que tienen que ver con el acceso a la tierra y el agua. Se presta poca atención a las políticas que se espera amplíen y apoyen la producción ganadera de los pobres a largo plazo.

En la actualidad, las familias rurales pobres poseen animales incluyendo vacas, caballos, ovejas, llamas, alpacas, cerdos,
pollos y cuyes, entre otros. La importancia de estas especies varía dependiendo de los pisos altitudinales. El ganado es visto como una fuente de alimento (provee proteína para dietas humanas), ingresos, empleo, generación de divisas, generación abono orgánico para los cultivos, y transporte. Según el Censo Agropecuario 2012, durante la última década habría un incremento en la cantidad de ganados en la región de Puno. Los distritos con el mayor número de unidades de ganado serian Acora, Ilave, Nuñoa, Santa Lucia, Santa Rosa, Juli, Macusani, Pichacani, Lampa, y Azangaro. Mientras que los distritos con el menor número de unidades de ganado serían las que se localizan en la ceja de selva (Yanahuaya, San Pedro de Putina Punco, Alto Inambari, San Juan del Oro) y en la zona sur de la región Puno (Cuturapi, Conima, Anapia, Amantani, Unicachi, y Tinicachi).

En lo referente al ganado vacuno, las provincias con el mayor número de ganado vacuno son Puno, Melgar y Azángaro, las
cuales cuentan con 108 785, 104 072 y 98 867 vacunos, respectivamente. Según la raza de vacunos, en la región Puno, el
63.47% es de raza criollo, el 34.07% de raza Brown Swiss, y menos del 3% son de raza Cebú, Holstein y otras razas provenientes de cruces entre ganado criollo y razas mejoradas. Con respecto al ganado ovino, el departamento de Puno cuenta con 2 088 332 ejemplares, de los cuales el 78% son ovinos criollos y el 22% son ovinos de raza.

Entre los censos agropecuarios realizados entre los años 1994 y 2012 hubo una disminución del ganado ovino de 23%, lo
cual sería explicado por la sustitución de la crianza de alpacas, principalmente por el mayor precio de la lana de alpaca con respecto a la lana de oveja; con la crianza de alpacas se mejora los ingresos del productor (CENAGRO, 2012). En lo referente a la población de alpacas en el Perú, entre los censos de 1994 y 2012 se ha incrementado en 46% al pasar de 2 457 000 a 3 686 000 alpacas. Según el CENAGRO (2012), Puno es el primer productor de alpacas, posee 1 427 816 alpacas, le siguen Cusco (517 965), Arequipa (477 851), Huancavelica (302 609) y Ayacucho (193 406). El 99.5% de las alpacas tiene como habitan natural a la sierra del Perú, entre los 3500 y los 5000 msnm., donde se encuentra también la
población más pobre. En Puno, la mayor cantidad de alpacas se localizan en los distritos de Santa Lucia (114 586 alpacas), Cojata (82 983 alpacas), Santa Rosa (80 430 alpacas), Macusani (78 528 alpacas) y Nuñoa (65 029 alpacas), distritos con mayor incidencia de pobreza, presencia de población indígena y comunitaria.

Si bien las cifras del CENAGRO (2012), indican que hubo una mejora en el sector ganadero de la región de Puno, esta mejora se habría debido principalmente a las intervenciones privadas que las públicas. Entre estas instituciones se encuentran CARE Perú, Caritas del Perú, Fondo Nacional de Capacitación Laboral y Promoción del Empleo (FONDOEMPLEO), Centro de Estudios para el Desarrollo Regional (CEDER) Puno, Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO) Puno, Coordinadora Rural Puno, Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) Puno, el Gobierno Regional de Puno, las municipalidades provinciales y distritales, entre otros. Los estudios existentes sobre el impacto de estas intervenciones muestran que los programas han tenido un impacto positivo sobre diferentes indicadores del nivel de bienestar de la población del sector pecuario, sin embargo, existen aún interrogantes sobre el rol de la ganadería en la reducción y la salida de la pobreza.

En los últimos años, prominentes economistas han debatido de cómo ayudar a la población que está atrapada en la
pobreza en el mundo. Algunos abogan por grandes iniciativas de salud pública, como las que están llevando a cabo la Fundación Gates, o proyectos de pequeña escala dirigidos directamente a los beneficiarios. Otros consideran que los retos estructurales que enfrentan estas economías para escapar de círculo vicioso no es posible sin ayuda sustancial e intervención (Bowles, Steven, Hof, & Hof, 2006).

La trampa de pobreza está relacionada con esta última visión, que tiene a Sachs como uno de los principales defensores.
Sachs (2005), que considera la existencia de trampas de pobreza, en el cual los mecanismos que causan la pobreza se autoperpetúan. Es decir, la trampa de la pobreza es vista como cualquier mecanismo de autorefuerzo que hace que la pobreza persista (Azariadis & Stachurski, 2005). Las trampas de pobreza pueden surgir de “fallas de mercado” y de “fallas institucionales”; es decir de trampas institucionales que rigen la interacción económica, en las cuales participa el Estado, los sistemas jurídicos, las normas sociales, convenciones, etc., que se determinan endógenamente dentro del
sistema, y puede ser causa directa de las trampas de pobreza, o puede interactuar con la falla de mercado, lo cual conduce a la perpetuación de un status quo ineficiente. Si la pobreza persiste a través de generaciones, la trampa de pobreza se refuerza si no se toman medidas apropiadas para romperla. Existen varios factores que pueden contribuir a una trampa de pobreza, tales como: acceso limitado al mercado de crédito y capitales, degradación ambiental
extrema (que agota el potencia de la producción agrícola), sistemas educativos deficiente, infraestructura deficiente, guerras, entre otros factores (Azariadis & Stachurski, 2005).

Por otro lado, el profesor de la Universidad de Nueva York, William Easterly, quien fue además economista del Banco Mundial, está en contra de la corriente intervencionista que propician la ayuda estatal vertical como medio para salir de la pobreza, pues según el autor, ella no solo corrompe a los funcionarios que lo administran, sino que además limita las libertades básicas del individuo. Easterly pone en entredicho la labor de las agencias internacionales de lucha contra la pobreza a través de ejemplos sobre la ayuda internacional (Sánchez, 2009).

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