Autor: MVZ. Esp. Ricardo Lizarzaburu Castagnino
Asesor Externo
Gerente Técnico de Baume S.A.C
zarcasta@gmail.com / 947967300
Desde hace ya bastante tiempo el sector ganadero en su conjunto atraviesa por una serie de crisis bien conocidas por todos nosotros, sea por la pandemia, crisis de cadenas logísticas, inflación, sequía, escasez de forrajes, incremento del precio de insumos macros (maíz y principalmente soya), crisis de precio y así se podría continuar, pero la intención del presente artículo no es el de tener una visión fatalista sino más bien mostrar una realidad que no ha sido muy bien aprovechada por el sector en su conjunto, y que de hacerlo podría suponer una ventaja competitiva como está sucediendo en países como Brasil, Chile o México, y esta realidad olvidada reside en las cabras.
Siendo los primeros mamíferos en ser domesticados por el hombre hace aproximadamente 10 mil años (Periodo Neolítico) en oriente próximo (Mesopotamia), la historia humana y caprina íntimamente ligada en diversos factores que ya están siendo aprovechados por otros países en diversas partes del mundo. Son animales gregarios
pero independientes en sus hábitos alimenticios, adaptados a comer arbustos y hierbas propias de medios secos y montañosos. La cabra tiene un importante papel económico y social, muy superior a lo que reflejan los datos estadísticos. Este animal tiene una gran dependencia del medio en el que vive, lo cual incrementa su rusticidad y disminuye su productividad.
Sus producciones básicas son la leche y la carne. Según datos de la FAO, en 1990 fueron registradas casi 600 millones de cabras en el mundo (90% en países sub – desarrollados), mientras que para 2018 el censo es de 1045 millones de cabezas; como se puede observar, existe un fuerte incremento poblacional a nivel mundial. Esta tendencia no se ha visto reflejada en nuestro país, en donde se puede observar que de 2.2 millones de cabezas en el 2009, la cifra ha descendido a 1.77 millones para el año 2019 (19.5% en Piura, 11.7% en Ayacucho, 9.7% en Huancavelica, 9.6% en Ancash y 9.3% en Lima),
principalmente por la desatención general que presenta esta especie a pesar del potencial enorme, incluso más que el bovino, en el Perú.
La cabra es capaz de aprovechar los pastos más pobres por su facilidad en la digestión de
fibra a nivel ruminal, pudiendo alimentarse de especies vegetales que otros rumiantes tradicionales no consumen, permitiendo un uso integral de los pastos y pastizales.
Al ser animales muy rústicos con capacidad de adaptación al medio y resistencia a enfermedades, pueden ser introducidas en zonas eriazas y con pobre calidad de pasturas; son animales capaces de soportar condiciones muy adversas en cuanto a climatología u orografía y pueden recuperarse más rápido de periodos difíciles. Tienen una gran capacidad de locomoción, son ágiles y rápidas, y llegan a zonas que otras especies no pueden, al mismo tiempo que, con un buen direccionamiento nutricional, permitiría la conservación de áreas naturales, como por ejemplo nuestro Bosque Seco Ecuatorial (Piura, Lambayeque y zonas de La Libertad).
Se cree que la cabra se alimenta de “cualquier cosa”, pero esto no es cierto. Las cabras son catalogadas como browsers o ramoneadoras, siendo bastante selectivas en la elección del alimento, principalmente especies arbustivas y brotes de árboles, especies vegetales que no son consumidas preferentemente por ovinos o bovinos, los cuales son considerados grazers o pastoreadores.
El ser ramoneadora genera diferencias en la digestión, pues las plantas arbustivas se caracterizan por una pared celular fina, una mayor proporción de lignina, los mecanismos de defensa de las plantas son taninos y compuestos fenólicos, alcaloides y terpenos, la arquitectura de la planta es compleja, ramificada con el nuevo crecimiento añadido en las puntas de la planta y su distribución es más dispersa. Esto ha ocasionado que los ramoneadores presenten diferencias a nivel anatómico con respecto a las especies pastoreadoras; tienen una parte anterior del tubo digestivo menor más simple, con un orificio retículo – omasal mayor y más denso en cuanto a presencia de papilas, el
abomaso es de mayor tamaño, así como el intestino, el ciego, glándulas salivares e hígado. El hocico y la fila de incisivos es más estrecha, los incisivos centrales son algo más anchos que los laterales y más verticales en cuanto a su posición, la apertura bucal es más
amplia, la lengua es más larga y los labios más móviles. Esto supone una gran ventaja y, específicamente, en la situación actual en donde tenemos una fuerte deficiencia de insumos a utilizar si lo vemos desde el punto de vista de vacunos de leche.
Sin embargo, históricamente se ha visto a la cabra como un animal de difícil manejo, pero esto no es realmente cierto. También se le considera un ageste actor de la deforestación, pero este efecto puede ser controlado con un buen manejo y alimentación, para que no consuman los brotes arbóreos, ya que lo hacen por falta de brotes herbáceos. La
cabra siempre se ha asociado a sistemas pecuarios pobres, de hecho, se le conoce como la “vaca del pobre” y por eso es una producción que en determinadas regiones del
mundo no está bien vista. Todas estas consideraciones negativas son fruto de una gestión inadecuada de las poblaciones, lo que impide aprovechar las ventajas que estos animales presentan.
La crianza y producción caprina en el Perú es una actividad de subsistencia, poco tecnificada y desarrollada en un entorno tradicional con poca producción y bajos ingresos económicos (Cofré, 2011; Arroyo, 2007). Uno de los factores que estaría determinando esta situación es el minifundio de terrenos (menores a 10 ha), que prevalece en la mayor parte de las crianzas e impide a los agricultores obtener una producción suficiente para ser comercializada, obligándolos al autoconsumo y a llevar una economía de subsistencia (Huggins y Reganold, 2008). La precariedad de las explotaciones se ve reflejada en las infraestructuras simples y de bajo coste (Baró, 1984); este tipo de infraestructuras es común en las diferentes regiones peruanas y se caracterizan por ser construidas de madera, troncos y/o ramas, piedras y otros materiales disponibles en las zonas donde se crían cabras.
La poca inversión efectuada por los caprinocultores muy probablemente se deba al tipo de tenencia de la tierra (Bedotti et al., 2005) o tal vez por la desconfianza que les resulta invertir por parte de sus escasos recursos económicos en actividades que no le reditúen un beneficio económico a corto plazo.
Por el momento, en el Perú no existe mayormente mucho interés en la mejora del ganado caprino y sus sistemas de producción. Sin embargo, existen algunas iniciativas privadas (ONG) que durante los últimos años vienen introduciendo razas especializadas sea en pie, por inseminación artificial como por transferencia de embriones.
Los caprinos criollos son muy importantes porque son animales que poseen rasgos valiosos tales como resistencia a ciertas enfermedades, longevidad, adaptación a ambientes de extrema aridez, buena fertilidad y habilidad materna. Además, existe un nivel de diversidad genética en la cabra criolla alto (HE = 0.7; Azor et al., 2008; Gómez, 2013), lo cual permitiría establecer un programa de conservación y mejoramiento genético del caprino criollo peruano.
La información disponible referida a los diferentes sistemas de explotación caprina establecidos en el Perú es escasa; esto podría deberse a que las cabras aún no son consideradas en los planes regionales de desarrollo agrario como una especie animal prioritaria que permita lograr un impacto económico relevante en las poblaciones humanas involucradas, lo que ocasiona a su vez que haya poco interés por parte de los investigadores a involucrarse al tema caprino.
Un estudio realizado por Sarria y Navia (2013) en la provincia de Cañete (Lima), indicó que el nivel de instrucción educativa de los criadores de ganado caprino en el valle de la provincia es esencialmente escolar primario y su edad promedio es de tendencia avanzada. El tipo de explotación es principalmente rastrojera (84.7%), estando muy relacionada con vacunos y ovinos.
Los rebaños caprinos son relativamente pequeños (aproximadamente 46.85 cabezas). El proceso productivo es en general y definitivamente empírico, acusando como principales problemas la alimentación del hato y la falta de capacitación. La comercialización de los productos caprinos se hace por medio de intermediarios, variando el precio de estos según la época del año.
Las cabras en promedio consumen entre 3 a 8 litros de agua al día, y las altas productoras de leche pueden llegar a consumir hasta 16 litros cuando se encuentran en pico de producción, con una tolerancia frente a las sales en el agua mucho mayor en comparación con las vacas lecheras (valores de tolerancia entre 1.5 a 2% que son tóxicos para vacas lecheras); en cabras de alta producción de leche (4.2 litros a más en campaña de 300 días, el consumo puede ser hasta 20 litros). Asimismo, consumen alrededor de 4 – 5% de PV en consumo de materia seca en dicho periodo de tiempo, requiriendo un
aproximado de 16% de Proteína cruda y 3.9 Mcal en Energía de Mantenimiento.
Requieren menor espacio por animal (máximo 5 metros cuadrados por macho y 4.5 metros cuadrados por hembras), el manejo de los animales es bastante práctico y son bastante resistentes a diversas enfermedades.
Por sus propias características anatómicas, fisiológicas y metabólicas, son una especie que presenta un potencial enorme en nuestro país, pues consumen alimentos que otros rumiantes no aprovechan, consumen menor cantidad de agua en comparación con una vaca lechera, no erosionan el suelo al momento del pastoreo, pueden ser utilizadas para el mantenimiento de áreas de conservación si el direccionamiento de la operación es el adecuado, se pueden utilizar piensos más lignificados y soportan de mejor manera subproductos como pulpas y cáscaras de fruta provenientes de la agroexportación, están ya adaptadas al clima y orografía de nuestro país, el manejo e instalaciones son más
sencillas y económicas, el tiempo de retorno por inversión es menor y, sobre todo, es una especie que no ha recibido soporte técnico para el desarrollo del sector, por lo que
se podría aplicar lo aprendido en ganadería lechera intensiva bovina, siendo un tipo de producción menos vulnerable a factores externos como el precio de los commodities e
insumos importados.
Nuestro país viene atravesando una serie de crisis y nuestro sector, más aún se ha visto sumamente perjudicado por una serie de factores que han llevado al límite a la ganadería nacional; sin dejar de lado el desarrollo de la ganadería bovina, la ganadería caprina puede, tal como ha sucedido en México o Brasil, ser una excelente alternativa que sume al sector pecuario, más aún si la tendencia mundial se está orientando al consumo de productos de origen animal que presenten una serie de ventajas, como son las leches hipoalergénicas, con mayor digestibilidad y un mayor aporte de oxitocina.
Las cabras producen leche con justamente estas características y sería una oportunidad aprovecharla.
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