One Health, herramienta para la ganadería

M.V.Z Ricardo Lizarzaburu Castagnino

Asesor Técnico Phartec

En la actualidad, la salud humana y animal se sitúan en un escenario complejo asociado al cambio global que desafía los paradigmas a los que tradicionalmente habían estado enfrentados ambas disciplinas. Problemas como el cambio climático, el incremento de la población mundial y la urbanización, la intensificación de la producción pecuaria y agrícola, la disrupción de los ecosistemas, así como la globalización del comercio y el tránsito humano, entre otros, generan que sea necesaria la revisión de las estrategias tradicionales en salud. Entre los desafíos a abordar desde la perspectiva de “Una Sola Salud” o “One Health” se pueden mencionar la disponibilidad e inocuidad del agua y los alimentos, la resistencia a antibióticos y la emergencia, reemergencia y propagación de zoonosis, etc.

Dada la actual coyuntura ganadera nacional, en donde sabemos que el incremento de los costos productivos originado principalmente debido al alza de los granos importados, es necesario contar con mecanismos de revisión de toda la cadena de generación de valor a efectos de no sólo poder ser más eficientes sino además menos vulnerables frente a fenómenos o condiciones que no se pueden controlar de manera directa. Este es el caso de las enfermedades que suponen en muchos casos costos ocultos y es aquí en donde se puede aplicar el concepto de “One Health”.

Los precios de los commodities agrícolas subieron alrededor de 20% en el 2020, debido a la escasez de la oferta de algunos productos alimenticios, en especial maíz y soya por la demanda de piensos de China y la depreciación del dólar a nivel mundial. Según datos del informe de Commodity Markets Outlook (CMO), publicado el 20 de abril por el Banco Mundial, los precios del trigo crecieron más del 15% en el primer trimestre del 2021 con respecto al similar periodo del año anterior; esto debido a que las condiciones climáticas desfavorables en exportadores claves como Ucrania y Argentina, por lo que se disminuyó la oferta del mercado.

Nuestro sistema ganadero intensivo, posicionado principalmente en la costa de nuestro país, es altamente dependiente de granos, viéndose en la “obligación” de retar fisiológicamente a los animales para superar puntos de equilibrio más altos que en otros países de la región en algunos casos. El problema podría residir en que, si no se posee un sistema de salud unificado y versátil para poder disminuir costes por patologías y potenciar la capacidad propia de la vaca lechera, no sólo se incrementarán los costes y los gastos, sino que se incrementará la depreciación por animal, generando un desequilibrio económico y financiero para la empresa ganadera. Asimismo, no se puede hablar de prevención si es que no existe un correcto diagnóstico situacional, siendo este último fundamental para la toma de decisiones y la aplicación de la estrategia correcta para las diversas enfermedades o problemas existentes en el establo.

Tal es el caso de la Mastitis, enfermedad que como se sabe genera una serie de pérdidas productivas, económicas, de procesos debido al impacto directo e indirecto que posee, principalmente por Mastitis sub-clínica, la cual en muchos casos pasa desapercibida.

Ott, S (1999) mostro que, las pérdidas económicas causadas por esta enfermedad en la Industria estadounidense excedieron los mil millones de dólares anuales. Típicamente, se reporta que la Mastitis Sub – Clínica tiene un costo de $ 226 por caso debido a la disminución de la producción, medidas de control y prevención y, finalmente, por saca prematura. Este cálculo no toma en cuenta, por ejemplo, los hallazgos obtenidos en un estudio realizado en el 2014, en donde se encuentra que la Mastitis Clínica reduce en aproximadamente 30% la tasa de natalidad de vacas lecheras de crianza intensiva. Es decir, el impacto negativo es sumamente alto por esta enfermedad.

Las patologías podales, en su conjunto, contribuyen significativamente a la reducción de la eficiencia productiva, incluso en algunos casos superior a las causadas por casos de Mastitis, debido principalmente al diagnóstico o estrategias de prevención ineficientes.

Rutter (2013) indica que las cojeras generan cierto grado de malestar e incomodidad. Por un lado, están las pérdidas directas que se pueden relacionar fácilmente con cada caso como son los costos por tratamiento, honorarios, trabajo extra ocasionado al tener que apartar al animal y tratarlo hasta la recuperación, costo de leche descartada si es que se ha utilizado antibióticos. De la misma manera, existen pérdidas indirectas como son la disminución en la producción de leche, reducción de la performance reproductiva de la vaca, pérdida de condición corporal y reducción de la vida productiva causada por el descarte involuntario prematuro. Confalonieri (2008) indicó que la disminución de la producción de una vaca coja puede situarse entre el 20 y 50%, al mismo tiempo que se afecta la calidad en cuanto a grasa y proteína.

Sánchez (2001) reporta que la falta de cuidado de las pezuñas puede originar pérdidas en la producción láctea, la cual oscila entre 20 y 25%, estimándose en un 10% para la actividad cárnica; para un hato lechero se plantea que puede disminuir la tasa de parición en un 17.6%, incrementándose el intervalo entre partos. A todo esto, se le debe incluir en nuestro país el uso excesivo y desmedido de antibióticos en el área podológica, así como la deficiencia en los diagnósticos.

El impacto negativo de una patología no sólo depende de su gravedad, morbilidad o mortalidad relacionados, sino también de su complejidad, siendo este factor en muchas ocasiones incluso más importante. Tal es el caso de la cetosis, patología metabólica que se produce como consecuencia de un déficit energético durante la transición y las primeras semanas de la lactación. Jimeno (2013) indica que existen pruebas fiables de que la cetosis sub-clínica disminuye la producción de leche, reduce la fertilidad e incrementa significativamente el riesgo de sufrir otros problemas de salud. Debido a todos los factores implicados, la cetosis sub-clínica instaurada en el establo debido al propio manejo puede ser una enfermedad sumamente cara, llegando incluso a representar 850 euros por vaca.

Al ser una enfermedad compleja presenta efectos directos inmediatos como son la reducción en la producción de leche, y consecuencias indirectas a largo plazo como la disminución de la fertilidad, incremento de descartes, predisposición a la presentación de otras enfermedades metabólicas, infecciosas y trastornos reproductivos, los que a su vez incrementan aún más los costes por vaca.

Continuando con el área reproductiva, existen diferentes enfermedades que afectan y desequilibran el status del estado reproductivo a mediano y largo plazo, tomando en cuenta de que el trabajo en esta área tiene por objetivo incrementar o mantener la tasa de natalidad con intervalos de tiempo que vayan acorde con la duración de la campaña y el punto de equilibrio.

Una de estas enfermedades es la Metritis, inflamación del útero que involucra al endometrio los tejidos glandulares subyacentes y las capas musculares. Esta enfermedad a menudo implica la acumulación de líquido dentro del útero y la supresión del ciclo estral (Kirk, J and Overton, M. 2006). Un estudio realizado por Pérez – Báez, J et al., (2021) indicó la producción total y el número de vacas preñadas fue menor en vacas que presentaron metritis en comparación con vacas sanas, mientras que el porcentaje de descartes en vacas con metritis también fue mayor versus el grupo de animales sanos. En el estudio, el costo promedio de un caso de metritis fue de USD 511 mientras que el precio de la leche, los costos por tratamiento, costos de reemplazo y costos de alimentación se incrementaron en 59%, 19%, 12% y 7% respectivamente, concluyendo que la metritis causa grandes pérdidas económicas en los hatos lecheros por disminución de la producción de leche, impacto negativo en la reproducción y supervivencia en el establo.

Relacionada a la metritis, podemos estimar los sobrecostos producidos por Retención de placenta. La expulsión de membranas fetales (placenta) tras el parto es un proceso fisiológico que implica la pérdida de la adherencia materno – fetal con contracciones del miometrio; normalmente esta es expulsada antes de que pasen 6 – 8 horas después del pato. Una placenta no eliminada pasado este tiempo se considera retención, condición que varía entre el 4.0% y 16.1% en los establos, pero puede ser mucho mayor si la empresa ganadera no toma medidas preventivas y de control.

La Retención de placenta es un signo de una sub-óptima etapa de transición, pero además es un factor de riesgo primordial para metritis y endometritis. El impacto de esta condición va desde ninguna consecuencia hasta la disminución de la performance reproductiva y la progresión de metritis severa con pérdida de potencial productivo. Si la ocurrencia de la Retención de Placenta depende de las funciones inmunes, la ocurrencia de un caso indica que existen fallas en este aspecto. Está asociada además con el subsecuente riesgo de cetosis, desplazamiento de abomaso y mastitis. Los mejores análisis indican que el rango de preñez en vacas afectadas se ve reducido en un 15% en comparación con vacas que no presentan esta condición (Fourichon et al., 2000).

Meléndez, P (2016) indicó en un estudio que el costo por Retención de placenta oscila entre USD 106 y USD 285. Algunos factores de riesgo son hipocalcemia, dificultad al parto, parición, duración anormal de la gestación, período y raza. La Retención de placenta es el mayor factor de riesgo predisponente para la ocurrencia de metritis.

La Retención de placenta, como se ha podido observar anteriormente guarda relación con Hipocalcemia, la cual es una enfermedad metabólica del ganado que aparece en el periodo periparto caracterizada por hipocalcemia, hipofosfatemia e hipermagnesemia asociadas a una disfunción muscular progresiva, debilidad, decúbito, shock y muerte. Al inicio de la lactación aparece un período transitorio de hipocalcemia causado por un desequilibrio entre la alta demanda de Calcio para formar calostro y la leche y la disponibilidad del mismo a través del tracto gastrointestinal y la biodisponibilidad de este a partir del sistema óseo. Así, una vaca produciendo 10 kg de calostro a una concentración de 2.3g de Calcio por kilogramo, perderá 23 gramos de Calcio en un solo ordeño; se trata de una cantidad cerca de nueve veces más a la presente en toda la reserva plasmática de calcio de la vaca. El valor normal de calcio es de 9 – 12 mg/100 ml, si presenta un rango de 5 – 8 mg/100 ml el animal tendrá la tendencia a presentar retención de placenta, metritis, distocia desplazamiento de abomaso, tipanismo, etc. Cuando los niveles son de menos de 5 mg/100 ml existirá paresia o postración e, incluso, muerte (Medina, 2015).

La Hipocalcemia es una de las enfermedades que afectan la producción de leche y la productividad de las vacas; esta tiene impactos directos e indirectos.

En los impactos directos, encontramos costos por tratamientos, reducción en la producción de leche, en donde Thirunavakkarasu (2010) indica que en promedio se pierden 36.42 kilos de leche durante el período de enfermedad, incremento en la mortalidad de vacas afectadas incrementando así la depreciación del hato lechero. En promedio, el autor indica que la hipocalcemia puede suponer una pérdida de hasta USD 800.

El sistema ganadero peruano presenta diferentes complejidades, entre ellas las enfermedades anteriormente mencionadas y muchas otras más que no se han abordado en el presente documento, como por ejemplo Carbunco sintomático, Carbunco asintomático, Neospora, Tuberculosis, Brucelosis, VDVB, IBR, etc. El concepto que se presenta como Una Sola Salud o “One Health” expande el horizonte de trabajo debido a la inclusión de diferentes corrientes en donde estas deben de articularse para no sólo disminuir los casos patológicos, sino incrementar la seguridad alimentaria tanto de nuestro sistema productivo, así como para la población, mejorar los niveles de salud pública, disminuir los riesgos de zoonosis o antropozoonosis, así como también incrementar la rentabilidad de la empresa ganadera. El potenciar el sistema sanitario ganadero y e incluir clínica aplicativa, podría suponer una mejora significativa para la empresa, volviéndola más resistente.

La pandemia generada por el virus SARS – CoV – 2 continua demostrando una serie de falencias en diferentes niveles económicos, sanitarios, sociales y estratégicos, de donde podemos obtener experiencias y aplicarlas a nuestro sector.

Aspectos como bienestar animal (aplicación de las 5 libertades), uso correcto del conocimiento fisiológico, aplicación de sistemas preventivos articulados y versátiles mediante el uso de medidas en bioseguridad y Biocontención, así como la aplicación de la clínica médica, podrán contribuir a que el sistema ganadero lechero intensivo peruano sea menos vulnerable, debido a que si bien los factores externos no pueden ser controlados fácilmente, respecto a los factores internos tenemos más posibilidad no sólo de manejarlos y prevenirlos, sino incluso pueden servir para la obtención de mayor información y conocimiento a efectos de alcanzar los objetivos de todo negocio; mayor rentabilidad y mayor patrimonio para los accionistas. Una vaca sana siempre será más eficiente debido al equilibrio que supone, acercándose aún más al potencial genético productivo y reproductivo, aspectos que, en la actualidad, son más necesarios que antes.

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