La realidad de nuestra industria ganadera se encuentra como el propio país: aún en vías de desarrollo.
Autor: Actualidad Ganadera
Quizá suene duro decirlo, pero la producción de carne vacuna y la de leche son las proteínas de origen animal que menos popularidad tienen en nuestro país. Las cifras no mienten, según el Minagri en su texto “Situación actual de la ganadería en el Perú y políticas ganaderas del sector” el consumo per cápita de carne de bovino es de 6.2 (kg/hab/año) frente a un mayor consumo de cerdo y frente a un abismal uso de la carne de pollo.
En el marco de este presente, se sabe, según estudios, que la producción agrícola mundial (donde está incluida la ganadería, la porcicultura y la avicultura) tendrá que duplicarse para poder satisfacer la demanda mundial ante las previsiones de un aumento demográfico, ergo, los productores de proteína de origen animal de todo el mundo tendrán una oportunidad de mercado que podrá cumplir con las demandas de consumo. Los que aprovecharán la coyuntura serán las industrias más preparadas. ¿Y nosotros estamos listos? Pienso que estamos como el propio país: aún en vías de desarrollo.
Recordemos que nuestra ganadería nacional se divide en tres según el tipo de unidades agropecuarias: la ganadería de subsistencia, donde el autoconsumo de la carne y leche se lleva a cabo; la pequeña y mediana, la cual posee la mayor población de bovinos en el Perú, se caracteriza por ser semi-intensiva y extensiva, orientada siempre al mercado local y regional; y la ganadería comercial, esta es la única que se hace en la costa, las demás se realizan en las tres regiones, es aquí donde lo más “moderno en ganadería” se puede encontrar, en lo que respecta a producción, para darle paso a un mayor nivel asociativo vinculado al mercado.
Estos tres tipos conllevan a que reflexiones un instante: a la ganadería le hace falta políticas alentadoras que permitan a los ganaderos crecer como productores agropecuarios —de los más de 800 mil que son a nivel nacional, un 31% es pobre y un 13% es extremadamente pobre— y además como personas. Pero no solo el Estado se debe comprar el pleito, como se acostumbra decir, sino también la empresa privada, y los mismos ganaderos, quienes deben ver en la globalización un acceso a nuevos mercados. Pero acompañado a ello debe de existir una planificación que aúne toda la cadena de valor, donde cada eslabón sea un fuerte anclaje metálico, es decir donde cada modalidad de la ganadería complemente a la otra con la finalidad de un progreso único como industria y como país. Está en el propio país y su gente generar una evolución sostenible para la ganadería, pensando siempre en el futuro y en el beneficio de todos los peruanos.
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