Autor: MV Ricardo Lizarzaburu Castagnino
Asesor Técnico Phartec
Actualmente se habla o escribe en repetidas ocasiones la frase “seguridad alimentaria”, básicamente haciendo referencia a la importancia del sector ganadero lechero para el suministro de leche de calidad a la canasta básica familiar, lo cual es totalmente cierto. La seguridad alimentaria es la capacidad de acceder a una alimentación regular y suficiente a través del tiempo y de calidad. Asimismo, es fundamental relacionar la seguridad alimentaria con el Estado de Bienestar nutricional, que es la utilización biológica de los alimentos a través de una alimentación adecuada, acceso al agua potable, sanidad y atención médica para las vacas de ser el caso.
La pregunta es; ¿contamos con seguridad alimentaria y bienestar nutricional para nuestro ganado?
El Perú, a pesar del potencial que posee, es dependiente de diversas materias primas importadas, entre ellas diversos tipos de granos para la alimentación humana y animal, los que habían ya incrementado el costo por kilo apenas empezó la pandemia por el coronavirus. Esto es debido a las restricciones a nivel mundial, en donde existió una paralización total o parcial de las líneas de suministro y cadenas logísticas. Respecto al aspecto productivo, diversas fábricas y plantaciones en diversos países aplicaron restricciones de exportación, mientras que las líneas logísticas y operativas de transporte, principalmente naviero, ralentizaron su flujo; esto ocasionó una crisis de contenedores, lo cual incrementó aún más el precio de diversos granos. A esto debemos sumarle la inyección de dólares por parte de la FED (banco central de Estados Unidos), incrementando la inflación y así, propiciando aún más el alza de precios.
Todo esto guarda relación con los sistemas productivos pecuarios (producción animal), los cuales se han tornado fuertemente dependientes de insumos, componentes y aditivos importados para poder sostener la demanda creciente de diversos productos de origen animal.
En nuestro país, se producen alrededor de 60 millones de pollos al mes, 41 460 toneladas de huevo al mes (gestion.pe), 19 251 toneladas de carne de cerdo mensuales (León, C. 2021) y 82.35 toneladas de leche (midagri.pe).
Para poder mantener el crecimiento de los sectores pecuarios, por ejemplo, durante el primer trimestre del año 2021, se importaron 1.8 millones de toneladas (gestion.pe) de maíz, mientras que la producción nacional solo cubre el 23% de la demanda nacional. Algo más complejo sucede con la soya, en donde Perú importó entre enero y julio del 2021, 142 419 toneladas (agraria.pe), lo que significa que el Perú importa cerca del 95% de dicha leguminosa, siendo así totalmente dependientes del mercado internacional.
La pandemia por el coronavirus incrementó de 720 millones a 811 millones el número de personas que padecen hambre, existiendo la posibilidad de que otras 189 millones de personas más sufran hambruna (www.fao.org); mientras que los precios de los alimentos subieron una media de 2.9% en Reino Unido, 3.6% en Estados Unidos y 4.8% en Japón y Canadá entre el 2020 y 2021, los precios para los alimentos incrementaron en Birmania un 54%, en Líbano un 48% y en Mozambique un 38.3% (www.fao.org). Es decir, la crisis alimentaria (que significa la falta de comida o alimentos para satisfacer las necesidades de las personas) ya había iniciado durante la pandemia en países subdesarrollados; debemos recordar que el Perú está catalogado como uno de ellos. ¿Con los recursos con los que contamos como país, podemos tomar esta situación como una oportunidad?
Ahora bien, dentro de la sumatoria de factores que propiciaron una crisis alimentaria, faltaban dos componentes que pueden llevar a esta situación a poder calificarse como “sin precedentes” o “catastrófica”. El primero es la guerra ruso – ucraniana y el segundo es el cambio climático. La guerra en Ucrania, catalogada por Keith Good (farmpolicynews.com) como la catástrofe sobre la catástrofe, es una situación no vista desde la Segunda Guerra Mundial. El cambio climático ha provocado pérdida de cultivos de soya y maíz en Sudamérica por sequías e incendios, pérdida de cultivos de maíz y trigo en Estados Unidos por sequías y de la misma forma que en USA en China por inundaciones (www.nytimes.com).
Para posicionarnos mejor en este ámbito, China es el principal productor de trigo del mundo y el segundo en maíz, Rusia es el tercer país productor de trigo y el n° 12 en maíz, Argentina es el cuarto en producción de maíz y el segundo en producción de soya, mientras que Brasil es el tercero en producción de maíz y el primer productor de soya del mundo.
La guerra en Ucrania y las sanciones que esta ha traído, han complicado seriamente la exportación de maíz y trigo desde Rusia y Ucrania (esta provee el 10% del trigo y el 14% del maíz exportado), debido a las ya mencionadas sanciones y a la incapacidad de utilizar los puertos del mar Negro, de los cuales sale el 85% del grano exportado ucraniano. Asimismo, Rusia es el principal productor de urea del mundo, el segundo en potasa y Bielorrusia es el tercero en este último fertilizante; todos estos claves para la generación de cultivos (Bielorrusia y Rusia presentan sanciones económicas internacionales).
Svein Tore Holsether, presidente ejecutivo de Yara International, indica que 50% de los cultivos del mundo dependen del uso de fertilizantes sintéticos, mencionando además que los precios ya eran elevados antes de la guerra, debido principalmente a la pandemia y a la crisis energética (costo del gas natural) (www.bbc.com).
Esto ha generado el incremento del 21% en trigo, del 33% en la cebada y 40% en los fertilizantes.
Sumado a esto, como ya se mencionó líneas arriba, China enfrenta su peor cosecha de trigo en décadas planeando comprar un alto número de toneladas en el mercado internacional, pues ha visto comprometido un tercio de sus campos de producción de trigo, lo cual amenaza con desabastecer a diversos países dependientes de dicho grano.
Podríamos decir, entonces, que estamos frente a la peor crisis alimentaria vista en décadas debido a la sumatoria de factores que prácticamente han hecho de esta situación, la tormenta perfecta, como menciona el geopolítico mexicano Alfredo Jalife.
Sin embargo, toda crisis debe de suponer una oportunidad, más aún si hablamos de producciones basadas en especies rumiantes, pues la base alimenticia de estos animales les confiere una mayor versatilidad al poder convertir en nutrientes (proteína, grasa, carbohidratos, etc) insumos que no pueden ser aprovechados o utilizados por otras especies (aves, cerdos) de forma más eficiente gracias a este órgano maravilloso llamado rumen, el cual como sabemos tiene la capacidad y el potencial de utilizar componentes fibrosos (celulosa, hemicelulosa). Y es aquí en donde tenemos una gran oportunidad, pues la digestión de la celulosa es una de las ventajas comparativas de los rumiantes.
Hay que mencionar que en muchas ocasiones la oferta energética que proporciona la digestión de la celulosa no es suficiente para satisfacer los requerimientos de la vaca, razón por la cual se incluyen en las dietas carbohidratos de mayor tasa de digestión, como el almidón, en piensos conocidos como concentrados que es una manera de concentrar los nutrientes debido a la poca cantidad o calidad (o ambas) de forraje. ¿Le hemos dado realmente la importancia debida a los forrajes?
Muchas veces, el exceso de almidón proveniente de los granos utilizados genera una disminución del pH ruminal por incremento en la producción de Acidos Grasos Volátiles (AGV’s), lo cual genera acidosis y una serie de problemas productivos, reproductivos y sanitarios. Es decir, el uso de granos supone una gran ayuda y ventaja, siempre y cuando se tomen en cuenta los factores en juego, como fisiología, microbiología ruminal, acceso a mercados, disponibilidad de insumos, inflación, etc.
Es fundamental conocer las ventajas que suponen una correcta salud ruminal (tanto por productividad, salud o costos), en donde la propia composición de la dieta es el principal factor capaz de modificar el ambiente ruminal (Henderson et al., 2015) y con esto, le eficiencia de la empresa ganadera en gran medida.
Esto es debido a que la diversidad microbiológica presente en el rumen es altísima (existen alrededor de 1000 especies de bacterias, 30 especies de Hongos, 40 de Protozoos y 15 de Arqueas Metanogénicas), en donde el pH que encontrarse cercano a 6.2 para que el ambiente sea propicio, las poblaciones de microorganismos productores de ácido láctico como Streptococcus bovis deben de estar controladas y se debe de propiciar el crecimiento de bacterias consumidoras de ácido láctico (Selenomonas spp y Megasphera spp) así como promover el crecimiento y mantenimiento de bacterias celulolíticas, buscando que el rumen contenga la menor cantidad de oxígeno, debido a que este es tóxico para los microorganismos benéficos ya mencionados.
Todo esto significa que la vaca lechera es una especie preparada para el aprovechamiento del forraje, siendo este el insumo más importante para los rumiantes.
Debido a factores anteriormente mencionados como la guerra Ruso – Ucraniana, la inflación mundial, la crisis de fertilizantes o la crisis de contenedores, u otros factores que afectarán de manera negativa el mercado mundial y especialmente al sector productivo alimenticio primario, los precios de los granos como maíz y soya, tendrán un precio con tendencia al alza o similar hasta el año 2023 según predicciones (Bloomberg.com), por lo que sería una buena alternativa optar por mejorar el uso y aprovechamiento de los forrajes tomando en cuenta las características del rumen anteriormente mencionadas.
Los forrajes pueden representar entre el 40 al 100% de la ración (Bargo et al., 2002), siendo la fibra la principal diferencia con los concentrados, dando como resultado un valor energético relativamente menor (Sueldo, 2021) según la perspectiva que uno adopte al respecto.
La fibra y su uso pueden ser una gran fuente de energía, promueven la masticación, la salivación, la motilidad ruminal y la salud general, amortigua la acidosis ruminal, regula la ingesta de alimento, produce precursores de grasa en leche, etc (Sueldo, 2021).
La fibra no compite con otros destinos, es ambientalmente amigable y puede incrementar significativamente la rentabilidad según como sea manejada. Por ejemplo, Oba y Allen (1999) indicaron que el incremento de 1 unidad en la digestibilidad de la FDN del forraje está asociado con incrementos de 0.17 y 0.25kg/día en el consumo de materia seca y con la producción de leche respectivamente.
Según Bloomberg, nuestro país se encuentra al borde de una crisis de hambre por escasez de fertilizantes, pues la industria agrícola peruana enfrenta un déficit de 180 mil toneladas métricas de urea, nutriente clave para la producción de alimentos básicos, razón por la cual debemos de buscar alternativas de solución eficientes, confiables y replicables para poder sortear esta crisis.
Este artículo busca dar ideas de mejora, y una de ellas es establecer como base productiva la henificación o en ensilaje no sólo para cuando escasee el forraje, sino por la razón principal; el mantenimiento de la calidad del forraje durante todo el año para así estandarizar la calidad de los insumos utilizados. Otro punto a tratar sería disminuir los costos ocultos, principalmente por sanidad, estableciendo puntos de control específicos y unificando conceptos médicos, para así poder prevenir de forma más rápida y contundente patologías diversas. Una tercera idea es incorporar el concepto de bienestar animal, tomando en cuenta las 5 libertadas ya comentadas en artículos pasados, para así no sólo prevenir enfermedades sino incrementar la productividad con menor costo y, una cuarta idea es buscar incrementar la digestibilidad de la fibra mediante, por ejemplo, productos biológicos o probióticos que mejoren dicho proceso, fomenten un buen ambiente ruminal y por el que con el mismo kilo de forraje en materia seca, se obtengan mayor cantidad de nutrientes, como ácidos grasos volátiles.
La crisis alimentaria que se proyecta afectará a todos los niveles, pero podemos tener una ventaja con los rumiantes, al poder utilizar insumos que no pueden ser aprovechados por otras especies, pues actualmente y según las proyecciones económicas, la tendencia mundial de granos seguirá al alza y una excelente alternativa puede ser el uso de probióticos como Saccharomyces o Aspergillus oryzae, y de enzimas como hemicelulasas y xilanasas, que incrementan la eficiencia en el uso del forraje.
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